El proyecto carlista a que nos referimos fue presentado ante el Parlament de Catalunya por el Partit Carlí, y tenía características que lo hacían absolutamente excepcional y único: había sido elaborado por militantes carlistas no solo de la Catalunya estricta, también de Balears y del País Valencià.
El nuevo Estatut sería aprobado por el 88% de los miembros del Parlament y seguidamente, de forma incontestable, en referéndum celebrado el 18 de junio de 2006, por la ciudadanía catalana siendo seguidamente enviado al Congreso.
En la Cámara baja la derecha centralista, encabezada por el PP, se opuso a su refrendo, y hasta el PSOE (Alfonso Guerra manifestó que había que “cepillarlo en profundidad”) también apoyaría la eliminación de varios artículos. Ello no impidió que pese a ser cercenados varios artículos sustanciales y ser al fin aprobado, por iniciativa del Partido Popular fuera recurrido ante el Tribunal Constitucional constituido en aquel tiempo por seis miembros “cercanos al PSOE” (entonces en el poder) y otros seis del PP. Tras cuatro años se dictaría sentencia en la que incomprensiblemente se eliminaron por anticonstitucionales artículos idénticos a los ya aprobados para los Estatutos del País Valencià y del de Andalucía. Fueron anulados, entre otros, los referentes al uso “preferente” del catalán tanto en las administraciones públicas como en los medios de comunicación igualmente públicos. Tampoco se admitía que el Sindic de Greuges supervisara “con carácter exclusivo” la Generalitat.
Una sentencia que en la mas triste tradición centralista limitaba o directamente amputaba derechos, provocando su publicación la indignación de los catalanes que de inmediato convocaron una gran manifestación –la mayor hasta entonces conocida- con una asistencia que nadie estimó por debajo del millón de participantes- y que aún no sería independentista. A ella asistió también el Carlismo –no el oficial “partit carlí”, alejado del espíritu de Clayrà- con presencia de militantes tan notorios como Clapers, Carbonell, Campás… y hasta con la de otros de varias nacionalidades (Patxi Ventura, Olcina…) llegados especialmente para solidarizarse y apoyar la reivindicación nacional catalana. La presencia carlista sería muy visible, destacada con nuestra simbología y hasta con pancarta, e incluso con una bandera de Navarra con lo que se exteriorizaba la solidaridad carlista de Euskal Herria.