Un año más miles de mujeres salen a la calle a reclamar igualdad, pero hay un colectivo invisible por ignorado, por el que nadie reclama ni se preocupa, son las mujeres olvidadas, las ancianas que vivieron otros tiempos de poca igualdad y ningún reconocimiento, esas que habitan la España vaciada o los pisos viejos de los cascos antiguos de las ciudades, las que en pandemia murieron solas y las que fueron sin saberlo maltratadas toda su vida, marcadas por costumbres ancestrales que las reducían al papel de madres y a trabajos nunca terminados y sin remunerar.
Con pensiones mínimas o simples ayudas no retributivas resisten hasta que llegue el final, pero como siguen silenciosas no cuentan demasiado para las políticas activas feministas; ellas pasean su soledad sin más y esperan.
La última agresión que hoy duele, nadie la ha dado la menor importancia, hablamos del cambio de canales en la Televisión, fue para ellas el fin del contacto con el mundo actual y con la “Teresa” de hoy en día al gusto, que le contaba lo que pasaba por el mundo; la tele se apagó y su vieja compañera no tiene relevo, porque la pensión no da mas que para mal comer y comprar una nueva es más que imposible; pero eso no lo han pensado las grandes defensoras de la mujer con ministerio incluido, en realidad, son problemas de cuatro viejas que no gritan, que no piden, que solo intentan seguir viviendo un poco más.
Ellas también son mujeres maltratadas, pero en su caso no es la mano hostil que golpea, es simplemente la sociedad en la que están, que las ignora y olvida. Allá en el pueblo de cuatro casas vacías, o en el viejo edificio sin reformas ya no queda ni el simple cotilleo nacional para que con él se sientan parte de algo.
Quizás alguien de algún Ministerio tecnológico o igualitario en derechos. caiga en el problema y de tanto millón, perdido no se sabe cómo, se pueda sacar una partida para pequeñas teles que devuelvan la conexión al mundo de las que fueron un día el sostén de esta desagradecida sociedad. D