La historia está plagada de etapas en las que el gobierno y la religión se han unido confundiéndose y desvirtuando lo divino para aprovechar lo humano. Normas escritas por quién sabe y que imponen formas de conducta absurdas pero inamovibles, y clasifican a su sociedad en aquellos que todo lo saben y pueden, y los demás.
No tocamos un tema que nos pueda recordar los terribles sucesos de «Charlie», lejos de nuestra intención, intentaremos entender la postura de quienes, erigidos en defensores sociales, silencian cuando interesa.
Un pañuelo mal puesto ha sido el detonante para que Irán estalle; ya la sola existencia de una policía para «las buenas costumbres» nos lo dice todo y la realidad de la situación de las mujeres en la mayor parte de este mundo se pone nuevamente de manifiesto. No, no son solo normas religiosas, son directrices por las que dominar con fuerza, por las que demostrar a los ciudadanos que nada puede salir del camino mercado y un simple pañuelo es la punta del iceberg para unos y para otros, los que imponen y los que ya no aguantan más.
Pero en realidad estas líneas no son para exponer un conflicto lejano, sino para denunciar la falta de empatía de un miembro del Gobierno de España, tan dado a agitar la bandera de la mujer.
Han pasado muchas jornadas de lucha para un pueblo: Occidente salta a la calle con pañuelos ardiendo y pancartas explicatorias en solidaridad con la protesta, la señora Irene Montero calla o dice poco, ¿qué la silencia?, ¿es acaso que el régimen opresor es demasiado afín a sus intereses?, puede que considere que el enemigo de su enemigo sea de la forma que sea, siempre actúa bien, y EE. UU. versus Irán es historia y presente permanentes que rayan en el cansancio mental.
Lo que llamaremos «La guerra de los velos», porque la revuelta está derivando en un enfrentamiento civil, parece no merecer la atención de quien dice ser paladín (perdón, paladina, paladine) de la mujer universal, pero ciertamente no se trata esta vez de niñEs, ni de crear chiringuitos que por lo que últimamente parece, ya enfadan a las propias feministas por sus aplicaciones no excesivamente claras, ni se trata de alardear de ser mas mujer que ninguna con un color determinado en su vestimenta, otrora tan popular lo que tanto le ha hecho progresar en esta vida(políticamente, claro), han sido su lucha revolucionaria, venida a menos, una vez tan sincera.
Bien, señora Ministra, desde estas líneas una mujer le recuerda, MAHSA AMINI no es un nombre de otra mujer más asesinada, es un grito de libertad hoy en día, y si ese grito de libertad hace temblar el sistema impuesto por una república amiga suya, usted sabrá a quién defiende realmente, a quién dice, o a quien interesa. DTG
Felicidades por el artículo. Comparto el análisis al 100%. Lo que espero es que las feministas que cita salgan a la calle a denunciar la situación. Un fuerte abrazo.