Mientras los miembros de los partidos en liza, se matan de un sitio a otro buscando respaldo a no se sabe que programa, los ciudadanos en su mayoría hablan del calor, las rebajas y los precios que no bajan, juegan al domino o se dan al cañeo de terraza y en definitiva “pasan” de tanta historia electoral en la que se esta consiguiendo que no crean.
Peligroso, sí, muy peligroso, porque dejar en manos ajenas el futuro propio no puede ser bueno, nunca lo ha sido, volver a los caciquismos decimonónicos o nombrar a desconocidos para cargos decisorios, es igual de arriesgado.
Los partidos minoritarios, esos que no cuentan pese a tener el legítimo derecho de su participación, negada por una Ley electoral que los “grandes” nunca han querido modificar por miedo, esos partidos de poca militancia pero auténtica, de gentes implicadas en su sociedad desde la lucha vecinal a las marchas reivindicativas, esos casi inexistentes para los grandes próceres, tienen mucho que hacer y decir. Su individualismo es su cáncer y lo saben, su agrupación y lucha común en todo lo que los puede unir es su salvación.
El desencanto creado por los que un día propusieron una sociedad mejor y que a la larga están demostrando la autentica necesidad de mantener cargos o carguillos para seguir viviendo algunos y otros para “ser alguien” en sus provincias y mas aun en las que el índice de población permite conocerse directa o indirectamente, es tremendamente peligroso si nos paramos a pensar en la incidencia que ese voto de las pequeñas provincias puede tener a la hora de aplicar el sistema de representación que establece la ya aludida Ley Electoral.
¿La diferencia de valor de un voto en Soria a otro en Barcelona cierta?, un diputado vale muchos mas votos en una gran ciudad, por tanto ignorar su importancia es negar la verdad, mientras los grandes figurones suelen salir en listas de relumbre (salvo algún cunero que otro), en provincias, con ser un personajillo mas o menos conocido o hijo y nieto de Don…suele ser suficiente para llenar listas.
¿Qué tenemos pues entre mítines y urnas? sin duda la ignorada potencia de los pequeños. Si los partidos minoritarios se uniesen, si al menos tuviesen el valor de aconsejar el voto a quienes consideren mas próximos y afines a su ideario, y si las listas de las pequeñas provincias fueran analizadas, estudiadas sus representaciones ideológicas verdaderas y pasadas por el tamiz de la libertad de decisión en los que salgan elegidos para ascender al paraíso de la Carrera de San Jerónimo, posiblemente seria otro el resultado posterior al 23J o, al menos, mas acorde con la realidad del país, hoy por hoy aburrido de tanta farsa.
Desde el Partido Carlista, desde su resistencia incomprensible para críticos e historiadores, se ha debido y se debe a la prioritaria defensa del interés común, nunca personal, las alianzas entre próximos nunca nos han asustado, aunque tantas traiciones llevemos a la espalda, ahí tenemos como ejemplo al Partido Carlista de Aragón codo con codo con los que intentan sacar adelante una tierra tantas veces olvidada por el centralismo siempre dominante.
Buscar y decidir, encontrar esa chispa de ilusión que necesitamos, tomar postura con valentía aunque nos cueste la incomprensión de algunos cuya opinión no nos merece la pena, pero ir el 23J con la mano llena de esperanza, no de un simple papel sin sentido, ese es el camino, ese es el derecho a ser protagonista al menos unos segundos y ahí estará la sensación de haber cumplido legalmente con un deber tantas veces manipulado y mal entendido. ¿Votemos pues, como nos dicen otros confiados en sus promesas?, en conciencia sí, pero con pleno conocimiento de lo que hacemos. D.