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Los precios en el campo son cada vez mas irrisorios, no es que se mantengan como todos los años, no, es que van a la baja y por descontado los gastos suben exponencialmente.
Por las protestas que se generan en todo el territorio de las Españas, se podría pensar que tanto la agricultura como la ganadería tienden a desaparecer por la diferencia de precios entre lo que se paga y lo que cuesta.
También es verdad que el consumidor de esto tampoco se entera mucho ya que a él le cuesta caro todo lo relacionado con estas dos fuentes de alimentos.
Igualmente se habla de que la diferencia entre lo que se paga al productor y lo que paga el consumidor está en los intermediarios. Cierto, pero no está todo ahí.
Las explotaciones siempre han sido de carácter familiar y si es cierto que durante siglos han servido para mantener una familia, hoy en día ya no es así. Si nos centramos en la citricultura (en los otros campos de la producción agrícola sucede lo mismo), la compra de cítricos al productor se realiza o bien por una cooperativa o por un comercio que se encargan de su recogida, manipulación y envío a los mercados (con todos los intermediarios por medio).
Las cooperativas son tema aparte (en su momento incidiremos en ellas), pero los comercios antes se la jugaban porque compraban la fruta sin saber a como se la pagarían en el mercado. Algunos comercios han quebrado por causa de ello. Hoy en día, si lo que venden les resulta más barato de lo que le han pagado al productor, no hay ningún problema. O no le pagan o le pagan lo que les resulta rentable. Nada que ver con los pactos en la venta.
Alguno dirá, ¿pero es legal no pagar lo convenido?. No hay documento alguno que obligue a pagar lo estipulado?. Pues no. Y si lo reclamas no te compran mas.
Si esto es ya una extorsión, ahora le han dado una vuelta de rosca y tales comercios están comprando grandes fincas (a precios irrisorio, ya que nadie quiere tener tierra porque no compensa) y los primeros frutos que ponen en el mercado, no han de pagarlos previamente, sino que son de su propia cosecha, con lo que no arriesgan ningún capital.
La acumulación de hectáreas de cultivo es tal, que al final el pequeño productor solitario, será eso, un solitario al cual nadie le comprará la fruta, ya que la tienen ellos acaparada.
Mientras tanto, si los comercios han conseguido un precio en los mercados de 0´25 €, al acabar la campaña, o sea unos tres meses después de la compra al productor, le abonan entre 0´09 € i 0´18 €. La diferencia es lo que le queda al comercio después de gastos y lo que quiera añadir de beneficios.
Todo esto con el beneplácito de los Gobiernos de las Comunidades, del Estado y de la UE.
La solución pasa por las cooperativas, pero no como las estamos conociendo, sino las autenticas. Porque de las actuales nos ocuparemos en otro momento.