Aunque estemos ya acostumbrados a la manipulación de la concesión de premios, honores, medallas y cruces, con fines lejanos a aquellos para los que estos fueron creados, hay ocasiones en los que salta a la voz pública de manera escandalosa lo que casi ya es común entre los mortales.
Quizás sean demasiados los que deshonran al otorgar y recibir el laurel de los diferentes, no importa, al fin son luces vanas que el tiempo borra, pero la reciente explosión de la Asamblea de Madrid en estos temas solo tiene un calificativo VERGONZOSA. Aclaremos.
La desaparición reciente de la escritora Almudena Grandes, a la que en alguna ocasión tuvimos que aclarar conceptos erróneos de lo que ha sido y es el carlismo, destapó la caja de los truenos, esa que los políticos utilizan a diario para atacar al contrario mientras olvidan su trabajo que es la gobernanza, así los líderes políticos con su presencia o ausencia en los momentos de la despedida dejaron claro que Almudena no les importaba culturalmente, y sin querer la daban la razón en lo que en sus libros nos fue enseñando, que una cosa es el pueblo llano y otra diferente esa casta de élite que siempre ha estado allá arriba en el mundo especial del desconocimiento la envidia y las confusiones.
Pero eso no ha sido lo peor. Dicen que algunos venden su alma al diablo si es necesario, el Alcalde de Madrid, ha vendido el honor y la gloria de la ciudad a cambio de unos presupuestos, y la oposición ha puesto en la balanza de sus intereses lo invendible, la dignidad ajena en este caso de Almudena, que no puede alzar la voz ronca de tabaquismo para decir NO, así NO.
Y es que Almudena ha sido, es y será una magnifica escritora y una madrileña de las de verdad, de las de asfalto y tertulia en la esquina, caña y vinito, barrio y tenderos. Almudena en su labor literario describió un Madrid auténtico y en casos doloroso que existió y existe, ella desde Malasaña fue la que impregnó de madridismo a muchos lectores, casi siempre de un Madrid lejano del lujo y la farándula festera, del sufridor, vividor y a la vez alegre que “tira p’adelante” con lo que le echen. A esa Almudena no le hacen falta chanchullos de indignos gobernantes para alcanzar la gloria, ya la gano sola. Los que conceden honores desconociendo lo que significan, caen no ya en el ridículo sino en la crueldad de manosear a quienes con pleno derecho fueron objeto de ellos, claro que para dar hay que tener y ellos mismos demuestran que no lo tienen y por eso lo deshonran.
Hoy por hoy, Honor y Gloria para Almudena Grandes, Hija Predilecta en el corazón de miles de madrileños y millones de lectores, a los que introdujo en un Madrid tantas veces ocultado y por tanto desconocido.
“Hay que escribir sobre lo que se conoce, sobre lo que uno tiene cerca, y de lo que a uno le interesa. Luego lo que ocurre es el milagro de la comunicación, que se asienta en el principio de que todos los seres humanos somos basicamente PARECIDISIMOS”, A.G.
D.
