La gran mentira ha vuelto a celebrar su reunión en Roma. Habrá sin duda que aclarar esa rotunda afirmación, es fácil, son dos mentiras y no una la que acumulan, ni son 20, (los hay de primera clase, de segunda e invitados perpetuos que solo hacen bulto, como es el caso de España) ni su motivo de reunión tiene sentido práctico alguno.
Durante demasiadas reuniones anteriores, hemos comprobado cómo el bloqueo de alguno de sus grandes, EE.UU, Rusia, China…, ha dejado vacío de contenido real su acuerdo final, el control de la emisión de gases a la atmosfera, el punto mas conocido a tratar, (hay otros que ni conocemos), choca con la “necesidad” de continuar procesos industriales y de desarrollo que pondría en juego las políticas económicas de sus detractores; este año son China e India son las potencias que acumulan espectativas en el evento, decididas como están a que a su productividad no tenga freno, un freno que la pandemia ha provocado y que ha dejado de manifiesto la dependencia que todos tenemos de los grandes productores; la superpoblación de ambos no admite juegos ecológicos.
Estamos en un peligroso desabastecimiento a nivel mundial, una dependencia de los países productores, de su fabricación y distribución de productos, está llevando a las economías internacionales, las mismas que aplaudieron la deslocalización industrial, mayor logro de la globalización, a quedarse sin los componentes necesarios precisos para mover su tejido industrial con lo que eso conlleva.
El consumismo a que nos han abocado se agrieta e inquieta a la población acostumbrada a disponer, a tener sin mas al alcance de la mano, todo aquello, grande o pequeño, que nos hacían indispensable para la vida diaria, la paralización de producción provoca el cierre industrial, con ello el despido masivo y a su consecuencia, la desigualdad en el tejido social y el despertar de aquellos que dormitaban en el sueño placentero del día a día cubierto.
Todo lo anterior debería ser motivo mas que suficiente para una reunión como el G-20, o de la denominación que se le quiera dar, se hace urgente y necesario un replanteamiento a nivel mundial de la producción y el consumo necesario y no excluyente; no podemos seguir ignorando que el planeta esta habitado por millones de bocas que TODAS necesitan algo tan simple como es vivir con dignidad de ser humano, no hay dos mundos, solo los hemos creado para nuestro interés, y eso requiere una revisión inmediata porque de contrario, por simple instinto de supervivencia, el uno terminará deglutiendo al otro por mayoría, ni la tecnología, ni los desarrollos económicos explotadores de los débiles, podrán con la masa humana que buscara lugar donde resistir.
Pero mientras, los líderes internacionales jugando a pasar un “finde” para aparentar acordar cosas ya acordadas en la trastienda y dejar que todo siga igual; este año puede que algo cambie, la acuciante necesidad de reestructuración comercial, puede forzarles a llegar a acuerdos, el capital nunca pierde, el consumo debe continuar, no importa como, pero si la rueda no ya se frena, sino que se para, nada podrá silenciará a una sociedad dependiente, que ha perdido el sentido de supervivencia, de resistencia, de solidaridad y apoyo mutuo, porque cómodamente solo ha tenido que extender la mano y coger las miserias que se le ofrecían.