Sí, pasando por las Lagunas del Ruidera y las innumerables lagunas y acuíferos que este país nuestro tiene a bien dejar morir.
Desde las alturas la vista engañosa de suelos brillantes a la luz del sol nos podía hacer creer que se trataba de enormes espacios de agua al sol, pero lejos de la realidad, el mar, mejor el océano de plásticos inunda nuestras tierras, son los invernaderos que cultivan fuera de temporada si es preciso, productos ajenos y que el consumismo requiere, son modas, no necesidades, y dan dinero, mucho dinero, habría que saber a quien en la mayoría de los casos.
Es noticia hoy la legalización de lo ilegal en Doñana, así como suena. Los pozos ilegales que han ido extrayendo agua del subsuelo durante años, ya no son ilegales, las tierras que riegan tampoco, y es que aquí hay una ley superior a la que nos marca la naturaleza, la de los inmortales caciques que perviven y se mantienen gracias a la necesidad de quien manda de mantener sueldo y gabelas. La propiedad pública y el bien común son cosas etéreas, confusas, que difícilmente pueden dar fruto directo e inmediato a una sociedad que por ser moda se dice defensora del medio ambiente, pero que a la hora de saber, defender y mantener todo aquello que no es palpable individualmente llora las perdidas con lagrimas de cocodrilo y sigue corriendo en busca de algo que llene sus frustraciones pero que no moleste mucho a su conciencia.
Cuando en tierras de secano paralelamente a los elitistas y rentables campos de golf aparecen hectáreas de cultivo habido con agua para subsistir, con coste de implantación no accesible a pequeños o medianos agricultores, cuando la invasión de bienes públicos, el envenenamiento de acuíferos por altísimo abono para macrocultivos, el vertido corrompido, el secarral que otro día fue laguna….nos llenan la retina y la noticia nos altera siquiera unos minutos, otros esperan con paciencia que pase el chaparrón para seguir su camino destructivo, al fin lo hecho hecho esta y si resulta demasiado molesto, ahí están los políticos para salvar caras y dar cuerpo de legalidad a lo ilegal.
Y junto con la destrucción del medio ambiente, otra vergüenza nacional silenciosa, ¿qué manos trabajan esos campos?, unido al desastre ecológico está la explotación humana, Mujeres en su mayoría de tierras de hambre y subsaharianos ” ilegales”, si es que un ser humano puede ser ilegal, por salarios de miseria y en condiciones inhumanas, en trabajos que ningún españolito quiere, bajo el desamparo oficial y el abuso ignorado de honorables ciudadanos, sudan nuestras fresas con el estomago medio lleno de solo arroz y la memoria en sueños que perdieron.
Y que no se tiren los trastos a la cabeza unos a otros cuando el escándalo es superior a lo “normal”, que tiempo tuvieron y fue mejor hacer oídos sordos y ojos ciegos.